Los maestros de la tradición de yoga nos recuerdan que cada individuo es un ciudadano de dos mundos, en los que moramos simultáneamente:
1.El mundo interno de pensamientos, emociones y sensaciones
2.El mundo externo con el cual interactuamos
Estos dos mundos no están separados, sino que se relacionan a través de la experiencia (bhoga). Pero, el reino de la experiencia está teñido por un lado por la percepción, de no que no hay diferencia entre la mente y la Conciencia (puruṣa). Por otra parte, la experiencia es el punto de unión entre el mundo interior y el exterior, y es aquí donde el Yoga cobra una gran relevancia dado que aspira a la claridad y estabilidad mental, haciendo de la experiencia un aspecto indispensable de su enfoque.
El Yoga ofrece un camino (sādhana) que se fragua en la experiencia concreta y consciente, más que en la asimilación de conocimientos abstractos. Poniendo a nuestra disposición la “herramienta” de los mudrā como signos indicativos que representan el mundo interior en el exterior, la faceta corporal (visible) de la realidad espiritual (invisible).
Encarnación López Rojas