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El Yoga no es una religión. Es una experiencia, una filosofía de vida.
Puede ayudarnos a sustituir progresivamente la enfermedad por la salud, la debilidad por la fuerza, el temor por el amor, la dispersión por la concentración, la ansiedad por el contento, la duda por la confianza, la acción inconsciente, automática o pasional por el acto consciente, profundo y ecuánime. Y aunque el Yoga sea solo una vía, como hay otras, recordar que únicamente en la sencillez, en la alegría, en el estar despierto, consciente en vivir intensamente cada momento, sin temores, sin autoengaños, fluyendo con un corazón puro y bondadoso; sólo entonces, desaparecen las metas y surgen los caminos; el disfrute de cada paso. Entonces se aleja la angustia del futuro, el peso del pasado y vivimos plenamente.
Por muy bien que quisiéramos explicarle a alguien el sabor de una fruta, aunque le hablásemos de su forma, de su color, de lo refrescante que resulta; solamente probándola sabría como es. Con el Yoga sucede algo parecido; resulta muy difícil definirlo en el plano meramente teórico; de alguna manera hay que experimentarlo.
Y es que el lenguaje, desgraciadamente, sólo es una burda interpretación de la realidad y por eso mismo una limitación. Pese a ello, vamos a intentar perfilar algunas indicaciones, a modo de pistas, que puedan dejarnos entrever o aproximarnos un poco a lo que el Yoga es realmente. La primera impresión que pudiéramos llevarnos, cuando nos acercamos al mundo del Yoga es la de que no existe un Yoga sino muchos Yogas. Con sus grupos, técnicas, interpretaciones, escuelas etc. etc., lo que no hace sino aumentar la confusión en un tema nuevo y de alguna manera infrecuente. Otra opinión también muy arraigada entre quienes conocen o han oído hablar algo tiende a presentar el Yoga como una serie de complicados ejercicios gimnásticos reservados a unos pocos jóvenes flexibles o identificarlo con determinadas sectas y grupos religiosos que provocan la despersonalización de los incautos que se arriesgan en estos ambientes. Y hasta cierto punto es normal que muchas personas opinen así, puesto que han recibido una imagen deformada del Yoga por el uso y abuso que tanto en Oriente como en Occidente se ha hecho de esta palabra.
A lo largo de estas notas procuraremos clarificar poco a poco el tema, analizando algunos conceptos e ideas de lo que si es y no es Yoga. Acercándonos al formidable proyecto de desarrollo y mejoramiento integral de la persona que el Yoga conlleva y a los conceptos propios que le son le son afines. Conciencia, felicidad, armonía, integración, equilibrio etc.
No es Yoga, un exclusivo culto al cuerpo. Para el Yoga el cuerpo nunca fue un fin en si mismo, cosa esta que no haría sino alimentar nuestro » Ego «. Si lo que pretendiese el Yoga fuera obtener un cuerpo super flexible o atlético, capaz de los mas difíciles equilibrios o ascetismos, llegaríamos a la triste y ridícula conclusión de que el mejor Yogui es el contorsionista de un circo o el insensible fakir que explota la credulidad popular. Entrando en una peligrosa competición de mejores y peores que nada tiene que ver con el Yoga.
El Yoga no es una competición deportiva, no hay competición, sino crecimiento y progresión personal. Aceptación del propio cuerpo, desde el punto de partida en que cada uno se encuentra, asumiendo nuestras limitaciones, que todos tenemos, de un tipo u otro y así poder progresar sin ansiedad, sin tensión, disfrutando, compartiendo.
Existen grandes y sustanciales diferencias entre Yoga y deporte; pese a que el Yoga puede ayudar muchísimo a los deportistas.
Sí es Yoga, un cuidado exquisito del cuerpo, manteniéndolo sano y saludable, como medio necesario para obtener la armonía y equilibrio global de la persona. Para ello el Yoga propone una serie de técnicas como: Purificaciones corporales (Kriyas). Mantenimiento físico (Asanas o posturas). Armonización energética (Pranayama o ejercicios en los que interviene la respiración). Meditación (Dhyana). Relajación y pensamiento positivo (Savasana y Nidra). Alimentación natural, moderada y equilibrada. Recomendaciones éticas y de comportamiento (Yama y Niyama) etc. La práctica progresiva y continua de estas técnicas nos irá proporcionando mayor vigor, salud, resistencia, vitalidad, equilibrio, serenidad, ecuanimidad, conciencia y alegría. No es Yoga, buscar, apoyándose en estas técnicas, despertar u obtener poderes personales extraordinarios o inhabituales.
La vulgarización y el abuso de charlatanes de poca talla o interesadas promociones han creado un entorno lleno de mitos y exageraciones.
Es cierto que determinadas austeridades y técnicas de Yoga, cuando se llevan a un nivel muy profundo, tras años de experiencia y práctica correcta, pueden provocar temporales estados alterados de conciencia, así como otros fenómenos estudiados actualmente por la Psicología progresista y que no son exclusivos del Yoga sino de rigurosísimas técnicas ascéticas que se dan en muchas culturas y sobre las que la actual antropología ha señalado interesantes coincidencias.
Pero no es menos cierto que sólo siendo una mano amiga o una mirada dulce te conviertes en un centro de poder, solo entonces la persona es como una vela que ilumina a los que le rodean, en cualquier lugar o situación.
No es Yoga, un ascetismo o mortificación tan exagerada que conduzca a una ataraxia o pasotismo donde todo da igual. El Yoga propone estar muy despierto, con una conciencia ecuánime de la realidad, del aquí y ahora, viviendo intensamente cada instante en cualquier lugar o situación desapegados y serenos.
No es Yoga, una religión, una secta o unas ideas fuera de las cuales sólo hay error. El Yoga aunque nació en la India es Universal. Sus técnicas siempre promovieron el respeto y la tolerancia.
Sí es Yoga, unas técnicas encaminadas a despertar en la persona la plena conciencia de que somos un todo unido con el Universo, con el Ser, en equilibrio y armonía (por intentar expresar con palabras lo inexpresable).
Yoga es el método de mejoramiento humano más antiguo del mundo.
Propone que el objeto de la vida es conciencia y felicidad absoluta.
El Yoga nos conduce amablemente hacía un equilibrio integral de la persona, hacia una actitud ante la vida libre de prejuicios y neuróticas auto exigencias, enseñándonos a vivir el momento, a amar mas el proceso que el resultado, sin que nos esclavicen los posibles logros, llevándonos a la conclusión de que la meta está en el propio camino.
Esta actitud yóguica libera a la persona de innecesarias tensiones y perjudiciales estados de ansiedad que le roban sus mejores energías.
Etimológicamente la palabra YOGA deriva de la raíz sánscrita YUG que significa YUGO y se viene entendiendo tradicionalmente como unión.
Es la unión que deviene cuando cesan las fluctuaciones mentales, cuando se produce la disolución total de los opuestos, la integración total en el ser real, mas allá de toda ilusión o apariencia. La unión con el absoluto, con la Divinidad, con la nada o el todo. En definitiva la experiencia personal suprema, íntima, global e incomunicable que pertenece a la dimensión no verbal de la conciencia y que se ha llamado Iluminación, Samadhi, Nirvana, Trance, Extasis etc. según las creencias y culturas a lo largo de la historia.
Originariamente, estas técnicas, provienen de lejanas prácticas chamánicas neolíticas, oralmente transmitidas y reservadas siempre a una minoría. En las tribus más primitivas, los chamanes poseían y todavía poseen en escasos lugares de Alaska, Sudamérica, Australia, Siberia y África la técnica que produce el trance o los estados alterados de conciencia, siendo precisamente con el aspecto ascético del tema con el que se entronca el YOGA más antiguo, como su desarrollo, prolongación y transformación natural. Fundamentalmente se trata del dominio que el asceta ejerce sobre su cuerpo, sobre sus sentidos, sobre sus deseos y sus actividades mentales, domeñándolos, sujetándolos, en él más amplio sentido de disciplina. Subyugar, poner bajo yugo o dominio. De ahí la etimología del YOGA como YUGO.
El YOGA se presenta pues y en rasgos generales como una disciplina de auto realización, un método para completar la evolución de la persona y llevarla a su verdadero ser real, a su propio centro. Es además medicina natural preventiva y correctiva. Naturopatía. Ciencia psico-somática, Psicología. Etica y Mística. Tan eficaz hoy como cuando surgió hace miles de años.
Con posterioridad, numerosas corrientes de pensamiento y movimientos religiosos fueron haciendo suyos estos conocimientos, sistematizándolos unos, enriqueciéndolos y aumentándolos otros y desvirtuándolos para sus propios intereses o fines los mas.
Fueron apareciendo distintas ideologías en Yoga: un Yoga vedantista, un Yoga budista, un Yoga jainista, un Yoga Shaiva, un Yoga tántrico e incluso actualmente un Yoga cristiano.
Pero al margen de la historia y evolución del Yoga, tanto en Oriente como en Occidente, el Yoga dispone de múltiples y variados caminos a fin de que cada persona pueda hallar la técnica precisa que mejor corresponda a su temperamento, a su psiquismo, la especialización yóguica mas adecuada a su personalidad.
Se trata de que el practicante despierte, se haga cargo de sí mismo, descubriendo su propio camino, importando muy poco si el lugar geográfico es India o Europa, si la técnica elegida es el Yoga de la devoción (Bhakti), del amor y la acción desinteresada (Karma), de la fortaleza y armonía del cuerpo (Hatha) o del conocimiento (Jñana). Cualquiera de estas variantes yóguicas es válida si nos encamina plenamente hacía el despertar del mundo ilusorio y aparente que estamos viviendo (Maya), si nos ayuda a ser nosotros mismos y descubrir nuestro maravilloso ser interior.